By Joshua Sukoff

Semillas de Placer

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CAPÍTULO I

Buscamos el bienestar mental, físico y emocional a través de prácticas holísticas, religiosas, deportes extremos y todo tipo de técnicas de relajación, pero no se valora adecuadamente el verdadero potencial y efecto que las artes en general pueden tener en nuestra vida cotidiana.

Crecí en un hogar multicultural donde tuve la suerte de estar expuesto a muchas, como las llamaría ahora, fuentes de placer. Mis padres me inculcaron el gusto por la naturaleza, por la ciencia y la tecnología, por la música, por el deporte, entre muchas cosas donde el talento y la creatividad se destacaban y nunca se daban por sentado.

Tantas circunstancias dan forma a nuestras vidas donde la realización de una tarea a veces es tan difícil de lograr. Nuestros días generalmente están llenos de cosas que “DEBES HACER”. Pueden ser engorrosos, desagradables, a veces alcanzables, a veces no… pero hay que afrontarlos. Suelen ser factores externos.

Pero tenemos una herramienta muy ingeniosa en nuestras manos. Tenemos el increíble poder de presentar las “QUERER HACER” como un pequeño respiro y una fuente de disfrute. Qué alivio es en estos tiempos tan complejos exprimir un par de momentos de placer. Está todo ahí fuera.

Llegaré a algunas de estas fuentes en los próximos blogs. Pero tenga en cuenta que tenemos el poder de “editar” esos momentos que harán que los “Debe hacer” sean un poco más placenteros.

Los Festivales de Cine, Teatro y Arte, Ferias y Eventos Deportivos tienen un efecto transformador en las personas, nos preparamos para esos eventos: las Olimpiadas, el Hay Festival, la Liga de Campeones, las Ferias de Arte, Bienales, Festivales de Jazz, Temporadas de Ópera, por mencionar algunos. pocos. Estos dos años hicieron aún más evidente la falta de ellos de cómo buscamos estar expuestos a ellos, como una “fuente de placer”. Resaltó la necesidad y la importancia del entretenimiento como un respiro y una actividad alternativa en nuestra vida tan agitada. Es una experiencia enriquecedora que involucra una multiplicidad de “géneros” y representaciones.

Destaca sobre todo el talento humano y la creatividad, es un reto para sus creadores e intérpretes y por lo tanto muy exigente.

Tomemos por ejemplo la Música. Damos por sentado el complejo desarrollo de la música.
Trate de visualizar por un momento la invención de todos los diferentes instrumentos y su desarrollo a lo largo de los siglos con nuevos materiales y mejora del sonido. La búsqueda de la superficie y la forma perfectas para potenciar la acústica. Y ahora, imagina por un momento que estás sentado frente a una hoja de papel en blanco e intentas crear una sinfonía, o incluso “simplemente” una sonata para piano. Una vez hecho esto, hagamos que un intérprete toque la pieza. Debe haber pasado por muchos años de dolorosa disciplina y sacrificio para sobresalir en su interpretación y tener la suerte de haber sido elegido para ella. Avancemos un poco más en esta línea de pensamiento.

La ópera es quizás aún más exigente. Requiere una organización magistral, voces, orquesta, escenario, sincronizados y entrelazados en una de las formas más rigurosas de ejecución.

En resumen, el poder del sonido debe evaluarse en una dimensión más amplia. Lo que me fascina es que el sonido es impalpable pero logra estimular y desencadenar tantas emociones.

Numerosos estudios científicos han demostrado el efecto estimulante que la música tiene sobre nuestro cerebro.

Ritmos, melodías, canciones, todos tienen el poder de evocar alegría, melancolía, tristeza o asociaciones de determinados momentos de nuestra vida. Damos por sentado el poder de la música y vale la pena tomarse un momento y pensar en lo que hace por nosotros.

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